Esta doña María Victoria es tan buena y simpática que no parece Reina, sino una señora cualquiera. Yo me quito el sombrero al verla pasar, y le perdono el ser italiana. Ya sabes que cría a sus hijos. Me consta que este verano, paseando por las inmediaciones de el Escorial, encontró un niño abandonado que chillaba pidiendo teta. Pues le cogió y le dio de mamar, no con biberón, Tito, sino con sus propios pechos.
Benito Pérez Galdós,
Amadeo I
Fracmento incluido en "Un regalo para toda la vida"
Carlos Gonzalez
1 comentario:
buen blog amigo te felicito
Publicar un comentario